martes, 16 de mayo de 2023

 LA MUJER Y SU ROL EN LA DANZA LITORAL

Somos un poquito de muchas historias, formamos parte de entramados pasados que se imprimen desde el momento en que pisamos este mundo. Ese pasado que nos impregna y reimprime, se resignifica en cada persona con sus nuevos contextos pero siempre, con voz de profunda raíz que nos hace ser únicos. En esa retroalimentación con  quienes nos preceden pero también con quienes hoy forman parte de nuestro presente, se  forman nuestras experiencias de vida. Cuando bailamos, nos conectamos con esos saberes profundos que muchas veces desconocemos que nos habitan. Permanecen dormidos, esperando que la llave del arte les abra la puerta para expresarse, para incomodar, para romper estructuras impuestas y sobre todo, para llenar el espacio tiempo de significados.

¿Quiénes somos cuando bailamos?

Somos nosotras en el presente, trasfigurando nuestras experiencias y saberes innatos o naturalizados. O somos solo una proyección de la creación que un coreógrafo impone como maqueta, en la que nuestro cuerpo es sólo el instrumento para la exposición.

Desde mi punto de vista, somos una simbiosis de interculturalidad, donde todo es ganancia. Únicas e irreproducibles.
Somos un poco de la bisabuela Charrúa que en su mestizaje religioso para semana santa: ayunaba, tapaba los espejos, guardaba el silencio más profundo, vestía de negro, se ataba el largo pelo gris en un rodete y ventilaba las habitaciones sacudiendo las camas mientras rezaba el rosario porque había muerto “Jesús”.  
Somos un poco de la bisabuela tana, con sus incansables ganchillos de crochet que adornaban toda prenda y todo mueble que había en la casa. Su paciencia para observar el paso del tiempo en la quinta y en su enorme jardín. Su parra cargada de uvas y su capacidad de buscar ser útil para alguien, hasta el último momento.
Somos un poco de los relatos de la abuela suizo-francesa, sobre la llegada de sus padres en ese viaje interminable. Los desamores de alguna de sus 5 hermanas. Los  aromas de su cocina, mientras nos contaba cómo organizaban la comida para las fiestas familiares de 50 personas. Los pasos que marcaba bailando sola cuando sonaba en la radio un tango, o los saltitos al ritmo de algún chotis, o el vaivén en alguna mazurca que nos invitaba a marcar cuando ilustraba sus historias.
Somos un poco de las historias que nos contaban mirando fotos antiguas, reviviendo vidas ajenas con el condimento de alguna tardecita lluviosa de mates y tortas fritas.
Somos retazos de la creencia férrea en la abuela que nos curaba el empacho, el ojeo, el asoleo, las verrugas... y si, nos sanaba con palabras ininteligibles y algunas señales de la cruz.
Somos esos sabores, aromas, imágenes y colores ligados a las casas maternas. Somos parte de las complicidades de la tía o la amiga…  Somos esa sincretización, emergente y un tanto paganas.
Somos todo eso en un nuevo significado: la mujer en la danza del litoral, no es la de la figurita sonriente, sumisa y pasiva que nos han mostrado los libros de la tradición. La mujer de nuestros pagos es la misma que trabaja codo a codo junto al hombre desde los inicios.  Es la que por décadas poseyó los saberes culturales y fue la encargada de educarlos en su descendencia. Fue la autora de melodías, texturas, modas y palabras. Y nos dejó una herencia inconmensurable, confluente en un presente accesible para la reflexión.
Ese mensaje se decodifica en la danza, en nuestra manera de interpretar-nos en una escena artística creada para contar algo.  El saber que habita en nuestro interior, muchas veces suele ser ignorado para adaptarnos a los mandatos coreográficos que mimetizan los sentires. El arte nos da la posibilidad de mostrar y contar eso que nos hace ser irrepetibles. Es en el espacio de la recreación escénica donde deberían habitar libremente los saberes que no tienen explicación, que son herencia.
Deconstruir la danza de manual, la danza empaquetada, nos daría la posibilidad de llegar a encontrar la sabiduría heredada en los cuerpos, la libertad en la expresión artística guiada, pero respetando su inconmensurabilidad, esa que es sagrada y que posee el aura de lo único.
Hago un culto de la mujer en la danza litoral, aunque parezca algo que no está en discusión, es un aprendizaje que empezamos a transitar de a poco arriba de los escenarios. Dejar atrás los estereotipos, para pasar a buscar y mostrar lo natural de las relaciones en contexto: de la mujer y el hombre, de la mujer y su entorno.  Desmitificando posturas y naturalizando roles que se ven claramente en una bailanta-musiqueada rural, o debajo del escenario. La vida misma, es más escenificada y con más sentido que lo que muchas veces nos muestran en escena. Deconstruyamos, desmarquemos y desromanticemos nuestro folklore "de la danza tradicional", llenando de sentido los roles preestablecidos. El arte nació para hacer pensar e incomodar, la danza es un vehículo hermoso para interpelar al público y contarnos historias.


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Claudia L. Garcia

domingo, 14 de mayo de 2023

El uso del pañuelo en redes 

Todo lo publicado en las redes para que puedas tenerlo completo, entrega 1, 2 y 3

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miércoles, 26 de abril de 2023

EL PAÑUELO

LOS USOS EN EL LITORAL ARGENTINO

Podemos hablar de 3 tipos de usos principales del pañuelo para nuestra gente, indistintamente para ambos géneros. 

  • Elemento de trabajo 
  • Elemento de ornamentación o adorno personal 
  • Elemento simbólico: político ideológico o de fe en creencias  

Vamos primero a abordar las características que asume para el trabajo en el ámbito rural: 

  • Protección de la ropa: se lo ubica en triángulo abierto sobre el hombro o espalda; protección del cuello de la camisa o del sudor se lo usa doblado o plegado por dentro del cuello de la camisa.
  • Como protección del humo o polvo: atado en triángulo sobre la cara, cubriendo nariz y boca;  
  • Como protección del sol y el calor: se lo usa sobre la cabeza anudado en las cuatro puntas o doblado -a veces húmedo- debajo del sombrero. 
  • Los nudos: el nudo cuadrado se utilizaba generalmente en el momento de realizar trabajos, ya que se caracteriza por no desatarse fácilmente.  
  • En el caso de las mujeres el pañuelo sobre la cabeza se usa en triángulo y se ata sobre la nuca o debajo del mentón, cubriendo todo el pelo. 


Imágenes del libro "El Chamamé se Baila Así" de Garcia-Flores-Piñeyro (autor de los dibujos Miguel Meza)




En el caso de los usos como adorno, podemos observar:

  • Pañuelo extendido en triángulo abierto sobre los hombros, con diversos nudos o elementos de joyería para reemplazar el nudo. Estos pañuelos suelen tener bordados que son para lucir. 
  • Pañuelo abierto en triángulo utilizado por dentro de la camisa, con nudo hacia el frente 
  • Pañuelo utilizado en tubo o plegado con diversos nudos y en distintas posiciones de las puntas que en algunas regiones identifican el estado civil del hombre (ejemplo: nudo cuadrado: casado; nudo corbata o sencillo con las puntas hacia el frente, comprometido; nudo sencillo y puntas que caen sobre los hombros hacia atrás y hacia adelante o directamente hacia la espalda, soltero).  
  • Pañuelo para ser entregado como obsequio, casi siempre entre pretendientes, solían tener las iniciales bordadas. 
  • Pañuelo como adorno de bolsillo, ubicados sobre el pecho.
  • Nudos y pasa-pañuelos: los nudos que se utilizan para lucir el pañuelo son variados, también se ven  los pasa-pañuelos de 3 o 2 pasadas, o anillos directamente que casi siempre representaban un obsequio de una mujer o un compromiso. También se usan anillos propios que ya no entran en la mano.   



Imágenes del libro "El Chamamé se Baila Así" de Garcia-Flores-Piñeyro (autor de los dibujos Miguel Meza)





En cuanto al valor simbólico, va a estar relacionado a las ideologías o creencias personales, ligadas a emociones y posturas individuales en su relación con los demás en sociedad, es una manera de informar con la ropa sobre uno mismo y sus espacios innegociables. En este sentido observemos: 
  • Color relacionado a lo político: azul o rojo punzó en la época de unitarios y federales. Azul /celeste del Partido Liberal o el rojo del Partido Autonómico de Corrientes. Colorados y blancos (los colorados representaron los intereses de los grupos populares urbanos de Montevideo y de los inmigrantes, con una apertura a lo europeo; los blancos tenían su base en el medio rural (interior del Uruguay). Por solo nombrar algunos ejemplos.
  •  Color y creencias: rojo para el Gauchito Gil, Celeste para la virgen, amarillo o rojo en las festividades de San Baltazar.  diferentes así también se usaba con la pilcha dominguera. terratenientes). 





martes, 9 de marzo de 2021

Baile de Campo. Ballet Jeroky Poty

 En la zona rural del litoral argentino, se realizan aún hoy, los encuentros sociales y familiares durante el día. Estas maneras de sociabilizar, de festejarse y de reencontrarse con otros, suma una ritualidad que se va reproduciendo desde antaño. 

La organización de los que llegan, cómo llegan, la preparación del espacio físico, la comida para compartir, la elección de las vestimentas que suelen ser las mejores pilchas que se tienen para mostrar. El encuentro suele transcurrir durante el día para aprovechar la luz natural y poder llegar luego a una hora prudente a la casa, por los caminos que muchas veces son difíciles de transitar. Hay algunos relatos orales que cuentan que las familias a medida que se iban retirando por la tarde noche, se iban llevando los faroles o sol de noche, lo cual hacía que poco a poco la fiesta "se vaya apagando".   

Las letras de muchos de nuestros músicos, guardan este espacio al la reconstrucción de los relatos que hacen de "parche" a los huecos que deja la historia oficial documentada. La oralidad rellena esos espacios y va dando otra mirada a los hechos a través de las canciones, las danzas y las leyendas. Reconstruimos los pedazos de nuestro pasado que permanecen vivos en los nuevos contextos sociales, reactualizándose en cada encuentro.


 Baile de Campo

viernes, 5 de febrero de 2021

Ovejas, Esquila y Lana

LA LANA

 ¿Quién no oyó decir que los corderos del norte entrerriano son los más ricos? Que por las pasturas, que por esto y lo otro. En fín, los que vivimos en aquellas zonas comemos mucho cordero. Pero no es lo principal de nuestra región, por lo menos la explotación de la carne ovina, como sí lo fue hasta hace un tiempo, la lana. 

La extracción de la lana, generaba un gran movimiento económico y laboral, pues quién tenía las tijeras y los esquiladores; gente especialista en cortar cuidadosamente la lana sin lastimar a las ovejas, era muy requerido y daba mucho trabajo. Las cuadrillas llegaban a las casas de campo y se instalaban para realizar sus labores. Se acondicionaban unos galpones con catres y las mujeres de los hogares eran las encargadas de la cocina para esa familia extendida, cuyo albergue dependería de la cantidad de animales a esquilar. Muchos tenían sus propios cocineros (ese era otro escalón de organización). Los hombres de la casa se sumaban a la "esquila", con el ojo perspicaz del amo que cuida a sus animales y que apenas salidas del apriete, revisaban y curaban algún descuido de tijera. 

Los altos en la esquila eran el momento para la comida compartida, esos estofados cargados del campo que sólo un cuerpo acostumbrado soporta ingerir. Pues son tantas calorías juntas de una sola vez y sin frío exterior, que hay que estar preparado. 

Hay quienes cuentan que en las grandes estancias, el patrón o encargado de llevar adelante la esquila, se paseaba con unas chapitas de metal en el bolsillo, las que iba entregando al esquilador por cada oveja que terminaba. Así los más rápidos, cobraban más. Con los años, llegaron las máquinas esquiladoras, un cambio feroz que no solo alivianó el trabajo para los hombres, sino que lo aceleró en tiempo. La técnica dio lugar a la tecnología. Con esto se redujo mucho la cantidad de manos necesarias para las cuadrillas de trabajo, ya que ahora dependía de la cantidad de máquinas para operar.  

Pero me quiero detener en los tiempos en que la gente era necesaria en las labores rurales, esas que hacían que se compartiera el trabajo y se heredaran saberes. No es que esté en contra de los avances tecnológicos, pero muchos vinieron a expulsar la gente del campo y reducirlas a los cordones de las ciudades, donde sus saberes son casi inaplicables. Obligando a familias enteras a vivir en condiciones paupérrimas y fuera de "su lugar", donde sabe y conoce cómo trabajar. Se preguntaron alguna vez ¿Qué haríamos nosotros, acostumbrados a proveernos en el supermercado de todo, si nos dejaran solos en el campo?. 

Regresemos al pasado... "La pisada de la lana". ¡Qué momento!; esos vellones salidos del cuerpo de las ovejas, se trasladaban a unas estructuras que eran: un aro de hierro sobre 3 o 4 patas de 2 metros de altura (yo era chica, los veía como gigantes, puede que sean más bajos) y de ese aro se colgaba las bolsas de alpillera para ir apretujando la lana. El trabajo del pisador era un tanto engrasado, ya que pisaba la lana dentro de esa bolsa para que quede lo más compactada posible. Una vez llena, se soltaba de esa estructura circular y se la cosía con una aguja enorme. Las bolsas de alpillera que vemos,  cuidadosa y sabiamente acomodadas en la foto de portada, eran y son la culminación del trabajo.     

Sabiamente la gente sabía acomodar o estivar esas bolsas, que luego se trasladaban hasta el acopiador. La venta de lana ha sido una gran estrategia de trabajo y de sobrevivencia para nuestra gente de campo, siempre aportan al sustento familiar, entre tantas otras labores que practican los pequeños y medianos productores de nuestra tierra. Hoy y desde hace una año, la lana no tiene precio, quiere decir que todos la tienen guardada en sus casas porque nadie la quiere comprar. Me explicaba un conocedor del tema, que esta problemática es cíclica, pero como siempre afecta más a quien le representa una entrada de dinero familiar. Imaginemos tener 2 años un capital, por chiquito que sea, parado sin generar un centavo.

 Bueno, les dejo un recuerdo del ayer para pensar el presente.   

CG

martes, 2 de febrero de 2021

La Trilla. Imágenes del Pasado para pensar el presente.


 LA TRILLA


Hace unos años, una querida profesora de historia de Federal, Alicia Oviedo, me prestó un par de fotos de su familia. Entre esas imágenes geniales aparecía esta, de una trilla. 

Inmediatamente me puse a analizar los componentes de tan inmensa postal de época. El Trabajo del Campo siempre fue un lugar de encuentro y colaboración, esto aún existe en nuestras zonas rurales, donde los dueños de los campos se conocen, sus familias son vecinas, se cuidan entre ellos y colaboran en los trabajos que demandan manos extras. Esto que hoy aparece como extraño, en un mundo individualista y mercantilizado al extremo, era moneda corriente en el campo, en las zonas rurales principalmente de mi provincia de Entre Ríos y de las vecinas hay varias historias parecidas. 

Más allá de rescatar estas historias de otras épocas, pongamos especial atención en la cantidad de gente que se necesitaba para realizar una trilla o cosecha. 23 personas alcanzo a contar, entre algunos carretones tirados con tracción a sangre. Que lejos hemos quedado de esto, hoy una sola máquina y 2 o 3 personas, han reemplazado a toda esta mano de obra. No voy a entrar en los aspectos de medir qué pasó con esa gente que fue quedando fuera del sistema de trabajo del campo por el avance de la tecnificación, ni si fue malo o bueno. Sólo quería compartir y reflexionar juntos, lo que sucedía en estas juntadas de trabajo rural. Y en lo que eso generaba: el encuentro, la celebración y por supuesto la circulación laboral. 

Imágenes del pasado para evaluar nuestro presente. 

Claudia Garcia 

 

VIDEO DANZA CHAMAME


IMPLORACIÓN 
Chamamé de Salvador MIQUERI 
(TRÍO COCOMAROLA)


 
Bailarines: Claudia Garcia- Nahuel Gómez Piacenza 

Les Compartimos este chamamé de Salvador Miqueri, una excelente poesía que valía la pena desempolvar para ponerle coreografía desde una interpretación en el cuerpo, que pasa por lo romántico y el sentir de nuestro chamamé regional conocido como canguí.